Periódico Hoy.

Por: Juan María Ram­írez.

A pesar de estar ubicada en un lugar privilegiado del Este y ser una de las primeras provincias de República Dominicana, El Seibo, carece de todos, menos de una abundante población carcelaria donde el hacinamiento constituye una bomba que podría estallar en cualquier momento.
Los habitantes de la localidad llevan más de seis años a la espera de un hospital en remodelación que no termina, carecen de planta de tratamiento para las aguas residuales y pluviales y los caminos vecinales mantienen prácticamente secuestradas a quienes habitan en las comunidades.

A esto se agrega que más del 80% de los terrenos de la localidad está en poder del Central Romana y constantemente los campesinos son desalojados de los predios que ocupan para sustentar sus vidas.

El desempleo es de tal magnitud que la inseguridad toma cuerpo, mientras los jóvenes salen de la secundaria y tienen que emigrar a otras provincias si quieren hacer una carrera.
María del Carmen Rodríguez, misionera de la congregación de Los Dominicos, activa la alarma ante el peligro de una población de más de 900 presos en la cárcel pública Pedro Santana, un lugar destinado para albergar solo a 160.
La religiosa, quien dirige la escuela básica Nuestra Señora del Rosario, justo detrás de la cárcel, describe con preocupación el estado de tensión en que se desenvuelven cientos de niños y padres cada vez que se producen motines o fugas en el recinto carcelario.
Dice que han sido testigos de tiroteos que ponen en peligro a la comunidad educativa y a los vecinos cuando en intento de escape se producen motines, por lo que exige la construcción de un nuevo centro penitenciario, fuera de la ciudad y utilizar el actual como universidad, una demanda de la juventud de El Seibo.
Afirma que el hacinamiento llega a un punto que los presos no tienen espacios siquiera para moverse, menos para acostarse a descansar, por lo que advierte la ocurrencia de una desgracia lamentable en cualquier momento.
Recuerda que durante décadas las misioneras dominicas trabajaban con los privados de libertad para que salieran distintos a como habían entrados, por lo que muchos salieron preparados para insertarse a la sociedad como seres humanos.
Sin embargo, señala, que con la sobrepoblación el programa se fue a pique, debido a que no hay espacio siquiera para dormir “viven tan hacinado que tienen que acostarse en el piso, apretujados unos a otros, con todo lo que eso implica”.
Solicitan la construcción de una cárcel modelo en unos terrenos que donó el Central Romana, antes de llegar al municipio cabecera para llevar más seguridad a la comunidad y los presos sean tratado con dignidad.
En emergencia. Los servicios de salud se ofrecen en total precariedades en el hospital Teófilo Hernández, a pesar de los esfuerzos del personal médico y paramédico, debido a que el centro se encuentra en remodelación hace seis años, en que el 50% de la obra fue entregada con una inversión superior a los RD$55 millones.
Yolanda Charles Williams, presidenta de la seccional del Colegio Médico Dominicano (CMD) en la provincia, denuncia que en el área entregada llueve dentro y escampa fuera, las paredes siguen agrietadas, los baños se tapan, las salas de consultas no están terminadas, menos los quirófanos.
“Iniciaron la construcción de doble baños en las salas, pero solamente están los espacios, porque no se han colocados los inodoros, está todo incompleto, por lo que no entiendo cómo se habla del 50% terminado”, expresó.
Indica que el propio personal del hospital es quien ha impuesto dos áreas para cirugía en un callejón, debido a que en ocasiones la única ambulancia con que cuenta el centro daba hasta 20 viajes hacia el hospital regional Antonio Musa de San Pedro de Macorís.
Pero el traslado agregaba otro gran problema, buscar al menos diez mil pesos para combustible y la compra de pinta se sangre, a parte de las dificultades que se presentaban en el trayecto.
Señala que durante los seis años la estructura ha sido sometidas a varias intervenciones cada vez que algún incumbente se les antoja, por lo que estima que la solución sería la construcción de un nuevo hospital, porque la estructura actual no soporta más remiendos.
Señala al presidente Danilo Medina que la humanización en salud inicia por una buena hotelería donde el paciente se sienta cómodo, en buena cama, almohada confortable, no como en el hospital Teófilo Hernández.
Dice que en ese hospital para atender a una personas hay que pasarlo por encima de los demás pacientes por falta de espacios y expuesto a que les caigan goteras por filtraciones.
Recuerda que la estructura del hospital lleva 66 años, por lo que su vida útil hace años que pasó, por lo que el CMD lo declara en estado de emergencia.
Estima que El Seibo urge de un hospital de tercer nivel, por su ubicación en el Este porque además, el actual es un subcentro con apenas 35 camas, menos que las tenía originalmente que eran 94, con menos población.
Sin tratar. En El Seibo, con una población de más de 80 mil habitantes, según el Censo de Población de 2010, no existe una planta de tratamiento para las aguas residuales y pluviales, situación que pone en peligro la salud de sus habitantes, quienes están obligados a consumir el líquido contaminado.
Evangelista Mota, de la Confraternidad de Laicos Dominicos, señala que como las aguas de la población no se tratan, van a los ríos Seibo y Soco, que es de donde se alimenta el acueducto que abastece a los Seibanos.
Considera que es urgente la construcción de una planta de tratamiento para prevenir enfermedades y de esa manera menos personas tengan que acudir a los hospitales a buscar salud.
Economía apagada. Daniel Polanco, presidente de la Asociación de Comerciantes Mayoristas de El Seibo, considera que el sector que representa se encuentra estancado debido a la falta de ingresos de la mayoría de la gente.
Indica que la mayor fuente de empleo en la provincia son las instituciones del Estado, principalmente las escuelas, centros de salud y ayuntamientos, ya que el sector productivo ha desaparecido.
Atribuye el estancamiento a que los gobiernos de las últimas décadas no invierten en la provincia como base para que las inversiones privadas fluyan y se dinamice la economía.
Marino Rivera, presidente de la Asociación de Comerciantes Detallistas y de la Cámara de Comercio de El Seibo, lamenta la falta de industrias para procesar la producción lechera, a pesar del potencial con que cuenta la localidad.
Expresa que la situación es tan grave, que los comerciantes se ven en apuro hasta para mantener abiertos sus establecimientos, ya que muchas veces los ingresos no alcanza siquiera para pagar los servicios de energía eléctrica, préstamos, rentas de locales y empleados.
Campo sin doliente. Dulce María Bello (Doña Blanca) de la comunidad de Caciquillo, expresa que los moradores del lugar se sostienen de la producción de cacao y otros productos agrícolas, pero por falta de caminos vecinales y de tierra están estancados.
Revela que cuando llueve decenas de comunidades quedan incomunicadas por las crecidas del arroyo Caciquillos, los río Seibo y Soco, porque sus badenes se destruyen, situación que ha provocado la muerte de varias personas por no poder sacarlas a tiempo a los hospitales.
Agrega, una ola de delincuencia aprovecha la producción para robar sin que las autoridades tomen medidas para impedirlo, situación muy difícil, ya que no pueden dejar la agropecuaria, debido a que son campesinos y no hacen otras cosas.

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