Cada año, sesenta días después del Domingo de Resurrección, la Iglesia Católica celebra el Corpus Christi, una de las festividades más solemnes del calendario litúrgico. Su nombre, en latín, significa “Cuerpo de Cristo”, y su propósito es rendir homenaje a la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.

Origen de la Celebración

El Corpus Christi tiene sus raíces en el siglo XIII. La festividad fue impulsada por Santa Juliana de Cornillon, una monja belga que tuvo visiones en las que se le pedía establecer una fiesta especial para honrar el sacramento de la Eucaristía. En 1246, el obispo de Lieja, Robert de Torote, instituyó la celebración en su diócesis. Años más tarde, el papa Urbano IV oficializó la festividad para toda la Iglesia en 1264.

Significado Espiritual

A diferencia del Jueves Santo, que también conmemora la Última Cena, el Corpus Christi se centra exclusivamente en la adoración pública del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es una afirmación de la fe católica en la transubstanciación: la creencia de que el pan y el vino se convierten verdaderamente en el cuerpo y la sangre de Jesús durante la misa.

Tradiciones y Celebraciones

La celebración comienza con una misa solemne, seguida por una procesión del Santísimo Sacramento, en la que la hostia consagrada es llevada por las calles en una custodia adornada. Esta procesión es una manifestación pública de fe y devoción, acompañada por cantos, oraciones y, en muchos lugares, alfombras florales y altares decorados.

En países como España, México y República Dominicana, el Corpus Christi también se ha entrelazado con tradiciones culturales locales. En México, por ejemplo, es común regalar pequeñas mulas hechas a mano, una costumbre que remonta a la época colonial, mientras que en Republica Dominicana se lleva a cabo la Primera Comunión lo que indica que una persona ha recibido la formación y preparación para poder comulgar.

 

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